Diario de Archibald Morton Casi he llegado al final. Ya no tengo fuerzas para seguir rechazando sus ataques. Es un milagro que halla logrado llegar tan lejos. ¿Dónde está De Certo? ¿Qué está haciendo? No puede asustarse, ahora no. ¡No en el día del juicio final! Pero, al fin y al cabo, soy un Morton, y los Morton siempre deben enfrentarce solos a su destino. ¡Richard, padre! ¡Espero no haberos fallado! Desde luego, por la noche, en mi alterado sueño, los oí gritar una vez más vi el miedo brillar en sus ojos cuando los abandonamos a las criaturas de la noche.. Pero lo hemos hecho por el bien de la humanidad, ¿Verdad, padre? ¡Soy un Morton! Mi querido hijo Jeremy ya está descubriendo su destino, aunque tiene sus dudas y sus reservas. Yo, Archibald Morton, fui el primero en cruzar el umbral. ¡Yo solo me adentré en el mundo de las tinieblas! Moriré aquí, lo sé, pero mi gloria me sobrevivirá, al igual que la gloria de nuestro nombre. No lejos de aquí hallé una estela grabada. Esta es la transcripción: "Sólo existe una salida para este combate: el retorno de nuestros poderosos dioses. No confíes nunca, noble guardián, en que podras vencer a las criaturas de la noche tú solo. Descender al centro de su mundo, al corazón de su molde, no sirve de nada, sólo tetraerá una vana y decadente Muerte. Las criaturas rezuman de su molde como la sangre que brota de una herida, como el agua, de la fuente. Su forma original es un líquido negro y pegajoso que apesta a hollín y sulfuro e imprega todos los recovecos húmedos de las proximidades del lago del olvido. Allí, poco a poco, esta semilla maldita sufre una metamorfosis hasta convertirse en una horrenda criatura de la noche. Nadie conoce la fuerza que controla la germinación de estas monstruosidades. Sólo los dioses de la luz saben cómo destruirlos. Guardián, por esta razón tu combate no tendrá fin". ¡Ay! ¡Venid, criaturas de la noche! ¡Venid a mí! Estoy listo para vuestro abrazo mortal. Estoy listo para unirme a vosotros, para amaros, ¡venid a mí! ¡Venid!