2° Diario de Alan Morton
La fusión entre el hombre y las tinieblas se ha hecho realidad.
¡Cuántos años buscando a ciegas!
¡Cuántas falsas pistas he seguido!
¡Cuánto tiempo perdido!
Pero hoy, por fin... la verdad se halla ante mis ojos. Oh, padre, la vida corre de nuevo por tus venas. Padre, eres mi primer hijo.
Las células de las criaturas de las tinieblas no contienen ADN propiamente dicho. En su lugar, hallamos una estructura con sorprendentes propiedades fotosensitivas. Es como si las criaturas no se reprodujeran o, más bien, como si se multiplicaran del mismo modo que las bacterias. Aún no comprendo los factores que determinan la multiplicación, pero está claro que una vez que haya atravesado la puerta, sabré infinitamente más.
La fusión se produce por un mecanismo extremada mente sencillo cuyos elementos aún no domino: en primer lugar, hay que extraer algunos miligramos de la estructura cristalina. Lo mejor sería extraerla de la materia adherida alrededor del centro de lo que podríamos conciderar el cráneo. Las criaturas no tienen esqueleto, carne ni sangre propiamente dichos. Su estructura es más parecida a la de los minerales que a la de los animales: es como si un mineral tratara de imitar la evolución de los seres vivos. Una vez extraída parte de esta estructura, se inyecta directamente en el sistema vascular de un humano vivo o muerto.
Creo que puedo perfeccionar el procedimiento mezclando las estructuras cristalinas de diferentes criaturas para así obtener un resultado más consistente.
No se puede negar que, tras leer lo que acabo de escribir, parece que esté experimentando con medicina medieval. Sin embargo, esto no es el resultado de todas mis investigaciones. El mundo de la tinieblas me está revelando sus secretos. A parti de ahora, necesitaré más cuerpos. Me dispongo a multiplicar los experimentos. ¿Me traeré Obed Material?
Sus amigos del continente parecen tener incluso menos escrúpulos que yo.
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